Después de querer borrarte de mi vida y desaparecer de la tuya me arrepentí y utilicé estrategias absurdas creyendo que quizá, algún día, quisieras volver a ponerte en contacto conmigo. Pero todo ha fallado. Sé que me desnudaré para otro que no seas tú y que lloraré cuando cierre los ojos y le bese mientras estoy pensando en ti, en tu séptimo piso y en la cama donde solíamos follar, en tu mirada de ojos verdes, en tus labios. En la primera parte de nuestro final me hiciste sentir como una imbécil, una miserable por querer estar contigo desesperadamente sabiendo que no querías verme. La segunda parte fue más intensa, me sentí una puta más, de esas que te tiras una noche de tantas. Yo solo te pedí no ser una cualquiera en tu vida, quizá fue demasiado. Lo único que sé es que ni tú volverás ni yo te olvidaré.
No sé qué me pasa cada vez que se acaba una relación. Me quedo con una sensación de abandono demasiado grande que poco después suele evolucionar en cierta idealización de la persona con la que he terminado la historia. Es algo de lo que no me enorgullezco y que a pesar de que lo intento cada vez que ocurre no lo puedo evitar. Me obsesiono con la idea de querer parecerme a su última novia o el último rollo que tuvo, de pensar con tanta fuerza en él que le llegue para que me recuerde en alguna ocasión y quiera volver a llamarme, de buscar en cada paso que doy un "algo" que me haga acordarme de él. Nunca he creído que un clavo saca otro clavo, pero ayuda, aunque el hecho de que tras de él aparezca otro con el que se me derramen lágrimas pensando en ti mientras le abrazo desnuda me pone enferma y llena de tristeza.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario