¿Cuánto tiempo hace de esto?

Cómo adoraba tus brazos. Cuando estaba mal me acogían y mecían mientras me cantabas bajito, una melodía que solo escuchábamos tú y yo y que creo que era mágica porque siempre conseguía que me encontrase mejor; cuando nos tumbábamos en el sofá de tu casa y te gustaba acariciarme la espalda haciendo dibujitos en ella mientras veíamos la tele; cuando me iba fuera de Sevilla, un fin de semana o quince días y siempre quería despedirme de ti, y me abrazabas como si no fuésemos a vernos más; cuando te llamé desde una cabina de teléfono en Roma, en piazza Venezia, para decirte a ti y al abuelo que estaba bien y que todo allí era fantástico...tú estabas deseando que volviera y te pusiste a llorar como cuando nos despedíamos y me abrazabas. Aun cuando te pusiste malita y me quedaba contigo, y a veces te me quedabas mirando como si no supieras del todo quién era yo, aun así, sabía que tus abrazos siempre siempre estarían ahí. De hecho, ahora mataría por uno de ellos. Te sigo echando de menos.

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