"Sin duda alguna (el hielo es, al fin y al cabo, frío, y la rosa es, al fin y al cabo, roja). Y este amor me conducirá a algún sitio. No puedo impedir que esta fuerte corriente me arrastre. Ya no tengo elección. Tal vez me lleve a un mundo especial que jamás he conocido. A un lugar lleno de peligros, quizá. Donde se esconda algo que me inflija una herida profunda, mortal. Tal vez pierda todo lo que poseo. Pero ya no puedo volver atrás. Sólo puedo abandonarme a la corriente que discurre ante mis ojos. Aunque me consuma entre las llamas, aunque desaparezca para siempre. "
Sputnik, mi amor - Haruki Murakami
Me gusta escribir en clave, bueno, con simbologías, no ser clara, un poco abstracta en la escritura, para que quien lo lea, si es que lo lee alguien no sepa de qué hablo exactamente aunque parezca que sí. Quizá tengan razón los que me decían que en el fondo soy obstusa siempre que toca exponer mis sentimientos y la verdad no sé porqué me ocurre eso, pero en cierto modo es así. Me encierro en mis círculos de pensamientos y realidades inexistentes que a veces me devoran y otras me dan la vida, de oscuridad, miedos, inseguridades, paranoia y obsesiones, pero también de tranquilidad, esperanzas en lo insignificante, alegría y superación...en definitiva, un mundo bastante contrastado que me hace no pisar el suelo en muchas ocasiones ni expresar mis sentimientos de forma clara ni hablándote ni escribiendo, esto me pasa siempre. ¿Qué es lo que me asusta tanto? Quizá sentir, o a lo mejor hablar, o desnudarme ante ti pudiendo ser un blanco perfecto. Sí, quizá sea eso...
¿Cuánto tiempo hace de esto?
Cómo adoraba tus brazos. Cuando estaba mal me acogían y mecían mientras me cantabas bajito, una melodía que solo escuchábamos tú y yo y que creo que era mágica porque siempre conseguía que me encontrase mejor; cuando nos tumbábamos en el sofá de tu casa y te gustaba acariciarme la espalda haciendo dibujitos en ella mientras veíamos la tele; cuando me iba fuera de Sevilla, un fin de semana o quince días y siempre quería despedirme de ti, y me abrazabas como si no fuésemos a vernos más; cuando te llamé desde una cabina de teléfono en Roma, en piazza Venezia, para decirte a ti y al abuelo que estaba bien y que todo allí era fantástico...tú estabas deseando que volviera y te pusiste a llorar como cuando nos despedíamos y me abrazabas. Aun cuando te pusiste malita y me quedaba contigo, y a veces te me quedabas mirando como si no supieras del todo quién era yo, aun así, sabía que tus abrazos siempre siempre estarían ahí. De hecho, ahora mataría por uno de ellos. Te sigo echando de menos.
"...¿Qué sucede cuando el amor (al parecer) desaparece? Pues éste es tan indestructible como aquélla. Sabemos que hasta la partícula más inerte de materia es capaz de producir energía explosiva y, si un cadáver tiene vida, como sabemos que la tiene, también la tiene el espíritu que en un tiempo lo hizo animado. Si Lázaro fue resucitado de entre los muertos, si Jesús se alzó de la tumba, entonces universos enteros que ahora cesan de existir pueden revivir, y sin duda revivirán, cuando llegue el momento: en otras palabras, cuando el amor venza a la cordura.
En ese caso, si cosas así son posibles, ¿cómo vamos a hablar de la pérdida del amor -o incluso concebirla-? Aunque logremos por un tiempo cerrar la puerta, el amor se abrirá paso. Aunque nos volvamos tan fríos y duros como minerales, no podemos permanecer para siempre indiferentes e inertes. Nada muere en verdad. La muerte es siempre fingida. La muerte es el simple cierre de una puerta.
Pero el universo no tiene puertas; desde luego, ninguna que no pueda abrir la fuerza del amor. Eso lo sabe en el fondo el idiota, que expresa su sabiduría quijotescamente. ¿Y qué otra cosa puede ser el caballero andante, quien busca el asalto para vencer, sino un mensajero del amor? Y aquel que se está exponiendo de continuo al insulto y al agravio, ¿de qué huye sino de la invasión del amor?"
Nexus - Henry Miller
En ese caso, si cosas así son posibles, ¿cómo vamos a hablar de la pérdida del amor -o incluso concebirla-? Aunque logremos por un tiempo cerrar la puerta, el amor se abrirá paso. Aunque nos volvamos tan fríos y duros como minerales, no podemos permanecer para siempre indiferentes e inertes. Nada muere en verdad. La muerte es siempre fingida. La muerte es el simple cierre de una puerta.
Pero el universo no tiene puertas; desde luego, ninguna que no pueda abrir la fuerza del amor. Eso lo sabe en el fondo el idiota, que expresa su sabiduría quijotescamente. ¿Y qué otra cosa puede ser el caballero andante, quien busca el asalto para vencer, sino un mensajero del amor? Y aquel que se está exponiendo de continuo al insulto y al agravio, ¿de qué huye sino de la invasión del amor?"
Nexus - Henry Miller
No sé qué me pasa cada vez que se acaba una relación. Me quedo con una sensación de abandono demasiado grande que poco después suele evolucionar en cierta idealización de la persona con la que he terminado la historia. Es algo de lo que no me enorgullezco y que a pesar de que lo intento cada vez que ocurre no lo puedo evitar. Me obsesiono con la idea de querer parecerme a su última novia o el último rollo que tuvo, de pensar con tanta fuerza en él que le llegue para que me recuerde en alguna ocasión y quiera volver a llamarme, de buscar en cada paso que doy un "algo" que me haga acordarme de él. Nunca he creído que un clavo saca otro clavo, pero ayuda, aunque el hecho de que tras de él aparezca otro con el que se me derramen lágrimas pensando en ti mientras le abrazo desnuda me pone enferma y llena de tristeza.
Después de querer borrarte de mi vida y desaparecer de la tuya me arrepentí y utilicé estrategias absurdas creyendo que quizá, algún día, quisieras volver a ponerte en contacto conmigo. Pero todo ha fallado. Sé que me desnudaré para otro que no seas tú y que lloraré cuando cierre los ojos y le bese mientras estoy pensando en ti, en tu séptimo piso y en la cama donde solíamos follar, en tu mirada de ojos verdes, en tus labios. En la primera parte de nuestro final me hiciste sentir como una imbécil, una miserable por querer estar contigo desesperadamente sabiendo que no querías verme. La segunda parte fue más intensa, me sentí una puta más, de esas que te tiras una noche de tantas. Yo solo te pedí no ser una cualquiera en tu vida, quizá fue demasiado. Lo único que sé es que ni tú volverás ni yo te olvidaré.
"¿Sabes lo que dice la canción?"
Los dos solos y una tarde de invierno. Sofá, películas y caricias en la nuca. Miradas furtivas y risas espontáneas mientras me acercaba más a ti. Aroma de café y naranja en el salón de tu casa. Besos robados y regalos. Tus fotos de hace años y la nieve; mi música y la luna que nos sonreía desde tu balcón. Tu ciencia y mi Arte.
Hubiera detenido el tiempo, lo sabías, solo por eso era inevitable que acabaran esos días cálidos y nuestras dulces noches.
Cuando me iba a la cama para quedarme devorando el último libro de Henry Miller, he saludado a mi madre que estaba medio llorando en el sofá, - "a ver con qué bodrio de película está soltando lágrimas" - pensé.
"Nada es para siempre" - Benjamin Button
Pero me quedé...
Esta noche he vuelto a ver Benjamin Button e inevitablemente me he acordado de ti. Quise verla contigo cuando me la llevé a tu casa la penúltima vez que me invitaste, por lo que significaba para mí y porque quería ver tu reacción. Pasaron los meses y no volví. La película ya la habías visto y acompañado de alguien que no era yo, a pesar de eso siempre la identificaré contigo.
"Nada es para siempre" - Benjamin Button
Hacía tiempo que no llamabas así, de madrugada, después de haberte pasado con el alcohol y estar colocado, solo porque llevabas todo el día acordándote de mí, del movimiento de mi cuerpo desnudo sobre el tuyo, a horcajadas, gimiendo tu nombre; de mi cara reflejada en el espejo mientras me tiras del pelo hacia atrás; de mi forma de besar..."Una perrita dulce", como me decías. El miedo irracional que tenía a que me hicieras daño era demasiado grande para disfrutar de la llamada, quizá la última, solo tú lo sabías. Te insistí que llamaras a otra si era por puro calentón, pero tu respuesta me dejó sin más espacio para escapar "si te llamo a ti es porque quiero estar contigo y te juro que si te cuelgo no voy a llamar a otra para que venga a mi casa".
Estuve deseando una segunda oportunidad contigo. Tras esta vez que nos viéramos todo sería distinto, llevaría las riendas yo. Al día siguiente me fui a su casa...
Llevas todo UN DÍA acordándote de mí, casi el mismo tiempo que mis pensamientos y deseos te llevan recordando, a veces de día y siempre de noche.
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