Siempre le ha costado mucho muchísimo hablar de sus sentimientos y sus pensamientos a otra persona, en serio. Quizá por no querer molestar, quizá porque creía que no merecían la pena o quizá porque desde muy pequeña le aburría la gente y para no soltar palabra alguna se limitaba a dibujar una sonrisa en su boca mientras en su mente discurrían infinidad de historias.
Ahora sé porqué desde tan pequeña amaba la lectura.
Ahora sé porqué desde tan pequeña amaba la lectura.
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